Después del confinamiento y de dar positivo en coronavirus, Zlatan Ibrahimovic ha vuelto a los terrenos de juego más fino y definido. Dicen que su obsesión con la alimentación empezó en Francia, cuando jugaba en el PSG. Todo gracias al chef Joel Robuchon, ya fallecido. De hecho, presionó al Manchester para que contratase a su propio nutricionista para que le hiciera las dietas más estrictas.
El sueco basa su dieta en frutas y verduras frescas. Solo come carnes blancas y a la brasa. Además, no faltan las proteínas a base de tortillas, un recuerdo de su estancia en París. Su comida favorita es la pizza, pero solo la consume de manera esporádica.
Además de consumir alimentos sustitutos del azúcar, el
futbolista mantiene un balance estable en el consumo de calorías. Según detalla
The Guardian, Zlatan suma todos los alimentos que consume en una báscula y
controla cada gramo exacto.
Por su trabajo, no puede prescindir de los carbohidratos,
pero con moderación: su nutricionista cuida mucho de que el futbolista siempre
pese entre 92 y 94 kilos. También come ocho almendras al día debido a su
riqueza en magnesio y “grasas buenas”.
Cree que este arte marcial, mejora la elasticidad de sus
músculos, algo muy importante en el fútbol teniendo en cuenta que ya es todo un
veterano. También trabaja su tren superior, de la cintura para arriba, con
brutales sesiones de abdominales.
Por último, también trabaja su psicología. Quiere mantenerse
en el fútbol de élite hasta los 41 años. Cuando habla de él mismo, siempre se
define como "el mejor", o "el dios del fútbol", un chute de
endorfinas extras para un futbolista muy autoexigente: "Hay que trabajar
duro, fuerte, debes saber sufrir: si no sabes hacerlo, no vas a sacar todo tu
potencial. A mí me gusta sufrir, por eso trabajo duro y espero mucho de mis
compañeros: a veces quizás demasiado, pero yo lo veo así", ha declarado
Zlatan.
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